En un anuncio que sin duda será estudiado en las futuras academias de política y termodinámica, la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem, reveló este martes el último y audaz plan para disuadir la migración en la frontera sur: pintar el muro de negro.
La sugerencia, según confesó la propia Noem, no surgió de un panel de expertos en seguridad fronteriza, ni de un análisis de inteligencia, sino de una inspiración presidencial. “El presidente Trump sugirió que pintáramos el muro de negro”, declaró Noem a una audiencia en Dakota del Sur, añadiendo con convicción que el objetivo es que “se caliente con el sol y disuada a la gente de escalarlo”.
🇺🇸 Muro fronterizo entre EE.UU. con México será pintado de negro para dificultar que la gente lo escale
— RT en Español (@ActualidadRT) August 20, 2025
"Eso es específicamente a petición del presidente, que entiende que, con las altas temperaturas que hay, cuando algo se pinta de negro, se calienta aún más", funcionaria. pic.twitter.com/NbPkW85C8m
La imagen es potente: un inmenso muro metálico, pintado del color que más absorbe el calor, convirtiéndose en una plancha gigante bajo el inclemente sol de Arizona o Texas. La teoría, en apariencia simple, plantea una pregunta de hierro para la política migratoria moderna: ¿Será el tacto de una superficie abrasadora el elemento disuasorio final que logre lo que ni la pobreza, ni la violencia, ni la desesperación han podido evitar?
Noem, defendiendo la idea con el aplomo de quien anuncia una nueva ley de la física, argumentó: “El acero se calienta. Y si tienes un muro que es realmente caliente… piensas dos veces antes de trepar por él”. La secretaria no especificó si se han considerado guantes aislantes o escaladas nocturnas dentro del catálogo de tácticas de los “coyotes”, quienes han demostrado una ingeniería inversa notablemente más práctica que la teórica.
La medida, por supuesto, tiene un coste. Y no solo metafórico. La propia secretaria admitió que esta nueva capa de pintura tendrá un precio para el contribuyente, aunque se desconoce la cifra exacta. Un detalle menor frente a la promesa de una solución térmica a un desafío humanitario y geopolítico complejo.
Frontera EEUU – México: Los contrabandistas mexicanos de la frontera superan fácilmente el muro fronterizo en la zona de California. 😱😱 pic.twitter.com/eikVqIeFHc
— Isaac (@isaacrrr7) August 19, 2025
El anuncio llega en un contexto de máximas temperaturas récord en la región, donde el mercurio supera regularmente los 40 grados Celsius (104 Fahrenheit). Los críticos, siempre aguafiestas, podrían argumentar que el principal riesgo para cualquier ser humano en esa zona es, precisamente, morir de calor y deshidratación en el desierto, esté o no tocando un muro caliente. Un peligro que ya existe y que no ha sido disuasorio.
Queda entonces la duda en el aire, tan caliente como el hormigón y el acero propuestos: ¿Detendrá una mano quemada a quien huye de la muerte? ¿Calcula un padre, con su hijo a cuestas, el coeficiente de absorción térmica de una superficie antes de intentar saltar hacia lo que cree que es una vida mejor?
La administración apuesta a que el color negro será la respuesta. Un enfoque cromático para un problema que, hasta ahora, había resistido todas las soluciones simples. El tiempo, y el sol, dictarán el veredicto final sobre si esta idea brilla por su genialidad o simplemente se quema.