En los pasillos de San Lázaro corren rumores de que la llamada “reforma a la Guardia Nacional” trae gato encerrado. Y es que, más allá del discurso oficial de “fortalecimiento institucional”, Movimiento Ciudadano detectó una bomba legislativa: un artículo que permitiría a elementos en activo de la Guardia Nacional competir por cargos de elección popular, con una simple “licencia especial”. ¿La cereza del pastel? La bendición no la da el INE ni ningún órgano civil, sino el mismísimo Comandante Supremo (léase: la Presidenta) o, en su caso, el Secretario de la Defensa. Los legisladores naranjas ya alzaron la voz y acusan que esto rompe con toda lógica democrática y constitucional. Dicen que Morena quiere soldados en campaña, y no precisamente para cuidar las casillas. MC ya anticipó que irá con todo en contra de esta propuesta, que huele más a militarización electoral que a reforma de seguridad.
ADIÓS A LOS DATOS INCÓMODOS
Dicen que al nuevo Gobierno no le gustan los espejos que muestran la realidad sin maquillaje, y menos si exhiben que la pobreza no se erradica con abrazos ni decretos. Por eso, la mayoría oficialista en San Lázaro aprobó, con 353 votos a favor, la muerte institucional del Coneval. El encargo, claro, no se queda en el aire: lo hereda el Inegi, que ahora tendrá que medir la pobreza, evaluar las políticas sociales y, de paso, actualizar los criterios… con línea directa desde Palacio Nacional, sospechan algunos. Desde la bancada naranja, la diputada Gloria Núñez no se guardó nada: acusó que quieren desaparecer al Coneval porque sus estadísticas incomodan al régimen. “Aquí no quieren datos, quieren propaganda”, soltó. Y mientras se esfuma uno de los pocos órganos autónomos que hablaban con cifras, en el Congreso se aplaude el silencio estadístico.
TRUMP, EL PACÍFICO EN ORIENTE MEDIO
Como salido de una película de Netflix, Donald Trump volvió a colgarse la medalla de pacificador global. En su red social Truth Social anunció —con bombo, platillo y letras mayúsculas— el supuesto fin de la guerra entre Israel e Irán. Según su relato, ambos países pactaron un “ALTO AL FUEGO TOTAL” que entrará en vigor en fases coreografiadas, al más puro estilo de reality show. Pero mientras el magnate estadounidense narraba el supuesto armisticio desde su teclado, en Teherán seguían cayendo misiles israelíes. Diplomáticos en la ONU aseguran que no hay acuerdo formal y que Trump, una vez más, se adelantó a los hechos para capitalizar reflectores. ¿Fue un desliz, una filtración o un show más del expresidente en campaña? Lo cierto es que, por ahora, el único fuego que se ha detenido es el de su red social.