En un momento de máxima vulnerabilidad ante el arranque de la temporada invernal, la Asociación Mexicana de Distribuidores de Gas Licuado y Empresas Conexas (AMEXGAS) advirtió que, durante los próximos quince días, la distribución de gas doméstico, particularmente el gas LP, sufrirá racionamientos en la Ciudad de México y el Estado de México, así como en los estados de Veracruz, Puebla y Tlaxcala.
El anuncio se produce cuando los frentes fríos comienzan a hacer sentir sus efectos, lo que aumenta la demanda de gas para uso residencial, al tiempo que la logística de abastecimiento enfrenta serios retos.
La directora de AMEXGAS, Rocío Robles, explicó que la situación no puede calificarse como un desabasto total, sino como un racionamiento derivado de “cambios logísticos” que ha debido implementar Petróleos Mexicanos (Pemex), principal proveedor del gas LP, por la alteración en los puntos de abasto que hoy soporta la cadena de suministro.
Según Robles, la industria del gas se enfrenta además a retos estructurales y regulatorios que complican una respuesta fluida ante la creciente demanda. Entre estos desafíos se encuentran los requisitos impuestos tras la explosión de una pipa de gas en el puente La Concordia, en Iztapalapa, zona de la capital, hecho que intensificó la supervisión de los transportistas de gas y generó demoras en la distribución.
Una cifra simbólica pone en perspectiva el problema: las reservas operativas de gas para la distribución doméstica se estiman entre apenas 1.5 y 3 días, cuando una mejor práctica sugerida por la industria sería contar con cerca de 15 días de almacenamiento para hacer frente a contingencias.
En el terreno operativo, distribuidores y comisionistas de la capital denuncian que enfrentan “un calvario” para cargar sus unidades en terminales de Pemex: filas que se extienden hasta la madrugada, demoras en la asignación del producto, e incluso la imposibilidad de abastecer a sus flotillas ante el agotamiento de turno o de asignación. Todo esto alimenta el temor de que las condiciones empeoren y se traduzcan en verdaderos cortes para los consumidores.
La magnitud del impacto podría ser relevante para millones de hogares que dependen del gas LP para cocinar, calentar agua o calefaccionar espacios. En un contexto de bajas temperaturas invernales y con mayor uso del recurso, el racionamiento puede derivar en presión al alza sobre los precios, mayor competencia entre usuarios y, en el peor de los escenarios, afectaciones a la cobertura domiciliaria. El escenario se complica cuando se considera que octubre ya registró un alza de 4.3 % en el precio del gas doméstico, por encima de la inflación general.
En este marco, queda la incógnita de cómo se modulará el racionamiento para minimizar el impacto social y si se implementarán esquemas de prioridad para hogares vulnerables, así como qué mecanismos se desplegarán para garantizar que las zonas periféricas y comunidades marginadas no queden rezagadas.
Mientras tanto, los usuarios en la capital y el Estado de México deberán prepararse para una quincena más difícil: la conjunción de caída de temperaturas, menor capacidad de almacenamiento y ajustes logísticos podrían generar un “cuello de botella” energético justo cuando más necesitan calor, cocción y confort en sus viviendas.
La urgencia, entonces, radica en que las autoridades nacionales, estatales y los distribuidores activen mecanismos de monitoreo, comunicación y contingencia que permitan atender esta coyuntura sin dejar en riesgo a la población más expuesta al frío. El llamado del sector privado es tajante: garantizar el suministro básico es indispensable para transitar un invierno que promete ser especialmente exigente.
La medida, anunciada justo cuando se avecinan los frentes fríos, pone a prueba la capacidad de reacción del sistema de distribución de gas en México y plantea un reto tanto político como logístico de alto impacto.
