Bajo el amparo de la experiencia reciente en la defensa del centenario laurel “Laureano”, vecinos de la alcaldía Benito Juárez, la legisladora federal Laura Ballesteros por Movimiento Ciudadano (MC), así como Royfid Torres, coordinador de la Bancada Naranja en el Congreso de la Ciudad de México, han emprendido una nueva cruzada para salvar a dos árboles monumentales: una jacaranda de más de 70 años —bautizada como “Naranda”— y un pino de más de 15 metros llamado “Roberto”, en riesgo de ser dañados por proyectos de construcción inmobiliarios.
Movilización vecinal por Laureano
En junio, la movilización vecinal logró detener la tala de “Laureano” gracias a un amparo que reconoció este laurel como patrimonio ambiental. La medida fue tomada tras demostrar ausencia de permisos apropiados y tras reunir más de 10 000 firmas ciudadanas.
En Miguel Hidalgo y Benito Juárez, los vecinos instalaron un amparo para frenar proyectos inmobiliarios que afectan a “Roberto” (pino en calle Pensilvania) y “Naranda” (jacaranda en Roberto Gayol). La diputada Ballesteros comentó que tanto Sedema como la Secretaria de Gobierno han abierto “canal permanente” para revisar cinco árboles de alto valor ecológico, incluidos los dos en cuestión. Los emecistas anunciaron que se hará un censo de 120 mil árboles para conocer su ubicación y así evitar su retiro o tala sin evaluación técnica y consenso vecinal. En este sentido, Royfid Torres afirmó que:
“No podemos seguir construyendo indiscriminadamente obras que no respeten el medio ambiente. Hoy vemos que las lluvias, los calores extremos… son consecuencia de una mala política de gestión ambiental”
Alianza ciudadana y política
El caso de “Laureano” se ha convertido en la chispa que encendió una lucha ciudadana por el arbolado urbano. Con amparos, presión pública y respaldo político de Movimiento Ciudadano, vecinos de Benito Juárez y Miguel Hidalgo defienden a “Naranda” y “Roberto”. Las declaraciones de Laura Ballesteros y Royfid Torres ilustran un cambio: una agenda donde la ecología y la urbanización deben coexistir. El próximo reto será traducir esa alianza ciudadana y política en un sistema sostenible, donde cada árbol deje de ser un riesgo y se vuelva un patrimonio colectivo.
