Cada 30 de abril, miles de escuelas, familias y comunidades a lo largo y ancho de México se visten de fiesta para conmemorar el Día del Niño. Esta fecha, que muchos asocian con juegos, dulces y regalos, tiene un trasfondo mucho más significativo: recordar la importancia de la infancia, promover sus derechos y reforzar el compromiso de la sociedad con el bienestar de los más pequeños.
Aunque la celebración se ha arraigado profundamente en la cultura mexicana, su origen se remonta a un contexto internacional. En 1924, la Primera Conferencia Mundial sobre el Bienestar de la Infancia, realizada en Ginebra, Suiza, marcó un parteaguas en la forma en que los países comenzaron a mirar a la niñez: no solo como una etapa de la vida, sino como un periodo que necesita especial protección y cuidado. Este llamado global fue reforzado décadas después, cuando en 1959 la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, y más adelante, en 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño, que hoy sigue siendo uno de los tratados más ratificados en el mundo.
¿Por qué México lo celebra el 30 de abril?
Mientras que muchos países eligieron el 20 de noviembre, fecha en que se aprobó la Declaración, para conmemorar el Día del Niño, México tomó una decisión distinta. Fue el 30 de abril de 1924 cuando el entonces presidente Álvaro Obregón, junto con su secretario de Educación, José Vasconcelos, instauró oficialmente esta fecha. La iniciativa respondía a los llamados internacionales, y buscaba reflejar el compromiso del país con la protección y el desarrollo de la infancia.
A pesar de que no es un día feriado oficial, el Día del Niño se celebra con entusiasmo en todo el país. Escuelas y comunidades organizan festivales, concursos, actividades deportivas, espectáculos y entregas de regalos. No obstante, es fundamental recordar que el sentido de esta conmemoración va más allá del entretenimiento.
El 30 de abril es también una jornada para reflexionar sobre los derechos fundamentales de los niños y las niñas: el derecho a una vida digna, a la educación, a la salud, a la protección contra el maltrato y el trabajo infantil, y a vivir en un entorno de amor y respeto.
A pesar de los avances, muchos niños en México aún enfrentan serios desafíos: pobreza, violencia intrafamiliar, falta de acceso a servicios básicos y educación de calidad, y en algunos casos, trabajo infantil. El Día del Niño no solo celebra a la infancia, sino que también llama la atención sobre estas realidades, recordándonos que el bienestar de los menores debe ser una prioridad constante y no solo un ideal celebrado una vez al año.
El Día del Niño en México, más allá del colorido y la alegría que lo caracteriza, es una oportunidad para fortalecer el compromiso social con las nuevas generaciones. Es un recordatorio de que todos —padres, maestros, autoridades y ciudadanos— tenemos una responsabilidad compartida en la construcción de un país más justo, equitativo y seguro para la infancia.
