La situación en el sur del Líbano se ha agravado de forma considerable en los últimos días, con un intercambio continuo de ataques entre las fuerzas de la Resistencia Islámica libanesa, representada por Hezbolá, y las fuerzas militares israelíes. Este conflicto, que se ha intensificado desde octubre del año pasado, ha visto un nuevo episodio de violencia con múltiples ataques lanzados por Hezbolá contra objetivos israelíes, en respuesta a las recientes agresiones del régimen sionista tanto en Gaza como en zonas fronterizas del sur del Líbano.
El pasado viernes 6 de septiembre de 2024, Hezbolá emitió una serie de comunicados donde detalló los ataques realizados contra posiciones militares israelíes. El primer ataque se llevó a cabo a las 9:30 de la mañana, cuando un dron de asalto impactó con precisión una base israelí en Ma’ayan Baruch. Horas más tarde, a las 12:25, los combatientes libaneses lanzaron cohetes sobre el cuartel de Zibdin, alcanzando directamente los objetivos, en un claro mensaje de capacidad ofensiva.
La tensión continuó a lo largo del día, con más ataques coordinados por Hezbolá. En el asentamiento israelí de Al-Metula, un edificio fue severamente dañado tras el impacto de un misil antitanque, según informaron medios israelíes. Este asentamiento, que había sido objetivo previamente, fue alcanzado también por otro ataque a las 12:15, en esta ocasión con armas convencionales.
Los ataques de Hezbolá no se limitaron a asentamientos y bases militares. También fueron dirigidos contra equipos de espionaje israelíes en la región de Al-Metula, lo que demuestra el intento de la Resistencia libanesa de desestabilizar las capacidades de inteligencia del enemigo. Estos ataques se produjeron en represalia por las operaciones militares israelíes en aldeas del sur del Líbano, incluidas zonas habitadas por civiles.
En la tarde del mismo día, la Resistencia Islámica lanzó un ataque con drones sobre posiciones israelíes cerca del asentamiento de Avirim, logrando impactos precisos que contribuyeron a intensificar el conflicto. Además, a las 15:55, un edificio utilizado por soldados israelíes en Al-Manara fue atacado nuevamente con armas pesadas.
Estos acontecimientos reflejan un patrón claro de escalada militar en la región, impulsado tanto por las acciones de Israel en Gaza como por sus incursiones en el sur del Líbano. Hezbolá, por su parte, ha dejado claro en repetidas ocasiones que no busca una guerra abierta con Israel, aunque mantiene una postura firme de represalia ante cualquier agresión.
Los antecedentes de conflicto entre ambos actores, como las guerras de 2000 y 2006, dejan en evidencia que, aunque ambos lados parecen evitar un enfrentamiento total, la probabilidad de una guerra a gran escala sigue siendo alta, dada la capacidad de respuesta y contraataque de la Resistencia libanesa. Las tensiones actuales podrían ser solo el preludio de una nueva fase de hostilidades entre Hezbolá e Israel.