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DE FRANCISCO A LEÓN XIV

El reconocimiento del PAPA (Petri Apostoli Potestatem Accipiens/el que recibe el poder del apóstol Pedro) en el mundo como figura de autoridad moral y portavoz de esperanza, paz y justicia está reconocido.
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Opinión Por: Manuel Alejandro Flores

De Francisco a León XIV

“El mal no prevalecerá”: León XIV

El pontificado de Francisco sin duda marco mi vida. No solo me cautivó la personalidad del Papa argentino, la sencillez de sus palabras y la austeridad de su estilo de vida sino también la profundidad y resonancia de su mensaje a lo largo del tiempo que ocupó la silla de Pedro (12 años). La Iglesia católica no le es indiferente a casi nadie. La sucesión papal acapara la agenda mediática global. El reconocimiento del PAPA (Petri Apostoli Potestatem Accipiens/el que recibe el poder del apóstol Pedro) en el mundo como figura de autoridad moral y portavoz de esperanza, paz y justicia está reconocido. Prueba de ello el enorme número de presidentes y ministros que acudieron a sus funerales (con excepción de nuestra presidente Claudia Sheinbaum). Los detractores o críticos se centran en el cónclave como una lucha de poder intestina para la cúpula eclesial, los verdaderos creyentes sabemos que, aunque hay un proceso claro de elección entre quienes pertenecen al colegio cardenalicio y cuentan con la edad para votar y ser votados, el Espíritu Santo hace su labor para la elección y que, de esta forma, podamos tener un Papa que responda a los signos de los tiempos actuales. Me parece que, desde la elección de su nombre, como León XIV, Su Santidad ha marcado la ruta de su pontificado: continuidad pastoral al trabajo de Francisco, apuesta por la justicia social e iluminar las nuevas realidades, como la inteligencia artificial a la luz de la palabra de Dios. El llamado a la paz en el mundo marcó el arranque de León XIV y sigue, en sus apariciones públicas, haciendo ese llamado en medio de los conflictos en Palestina y Ucrania. 

Francisco dejó también dos documentos que me parecieron excepcionales: uno fue “Laudato Sí: sobre el cuidado de la casa común.” En esta carta encíclica, cambia la perspectiva de cómo debemos ver a la naturaleza, a la tierra en su conjunto y sitúa lo que denominó como “la cultura del descarte”. Se preocupa por el consumismo exacerbado, por el desequilibrio económico y la enorme brecha que hay entre pobres y ricos, pero, sobre todo, señala la sobre explotación de los recursos naturales de manera irresponsable. Parte de la razón de su elección de nombre papal, Francisco, lo liga por primera vez con el santo de Asís, que se caracterizó precisamente por su amor a la naturaleza en su conjunto y la vivencia congruente con la pobreza evangélica. Tuve la oportunidad de presentar este documento en un espacio que abrió Tijuana Innovadora en el Museo del Trompo, juntamente con el Padre Alejandro Michaus y el Padre Israel Ángeles Gil en noviembre de 2015. El documento se publicó en junio de ese mismo año.   

El otro documento social que, a mi gusto, centra todo el pensamiento del Papa Francisco en cuanto a las dinámicas de los laicos en la vida pública fue Fratelli Tutti, en el marco de la fiesta de San Francisco de Asís un 4 de octubre de 2020. Está encíclica trata sobre la fraternidad y la amistad social y propone una visión de un mundo más justo, solidario y unido. Claro que lleva una dedicatoria especial para hombres y mujeres en la vida pública. Especialmente para los católicos que están en el mundo de la política y para todos los laicos en cuanto a la participación que debemos tener en la construcción de una sociedad más justa, unida y solidaria. Pone el Papa el dedo en la llaga en cuanto a desigualdad e injusticia y nos hace un llamado a construir puentes que reafirmen los lazos culturales de las comunidades. Una tarea compleja, precisamente por que la publica en el marco de la pandemia COVID 19 que dejo ver con más claridad las diferencias dramáticas entre las clases acomodadas y las personas en situación de pobreza. 

SS León XIV tiene retos enormes en la vida de la Iglesia Católica. Para empezar, fortaleciendo la identidad de quienes somos bautizados. 1400 millones de católicos en el mundo y muchas veces el mundo pareciera ir en sentido contrario de lo que Jesús enseñó: amor, paz, justicia, unidad. Trabajar por la paz en un mundo donde la guerra no deja de estar presente, no solo en sus formas internacionales sino también a manera de guerrillas en muchos países que luchan contra el flagelo de la delincuencia organizada que muchas veces se fortalece por la falta de voluntad política y contubernio de las mismas autoridades. Trabajar por la unidad en un mundo dividido, entre ricos y pobres, donde pareciera que hay un modelo único de felicidad ligado a la posesión de bienes materiales y acceso a capital y poder. Luchar por la justicia en un mundo lleno de homicidios sin consecuencias, de desaparecidos y de migración forzada que genera mucho dolor humano. No la tiene fácil el Papa, pero allí es donde precisamente los laicos tenemos que ser sarmiento, siempre ligados a la Vid que es Jesucristo y a su esposa la Iglesia Católica, fundada por Él y encomendada a Simón Pedro que hoy lleva el nombre de León XIV. La fuerza de la Iglesia reside en el Amor. Mientras los cristianos no sepamos vivir y transmitir el amor de Dios en nuestras vidas, el mundo seguirá su curso, que muchas veces, no tiene rumbo.

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El Papa Francisco fue conocido por su dirección hacia la justicia social y su compromiso con los más desamparados. Su liderazgo ha sido visto como un intento de modernizar la Iglesia Católica y hacerla más relevante para el mundo contemporáneo.

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