La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por un estrecho margen el ambicioso y controvertido plan fiscal del presidente Donald Trump, que contempla significativos recortes de impuestos, nuevas deducciones y medidas de seguridad fronteriza, así como un gravamen a las remesas que, tras una tensa negociación, quedó en 3.5% y no en el 5% inicialmente propuesto
Con 215 votos a favor y 214 en contra, el megaproyecto —al que Trump se refirió como “el único, grande y hermoso proyecto de ley”— avanzará ahora al Senado, donde los republicanos buscarán consolidar su aprobación antes del 4 de julio, Día de la Independencia. La votación en la Cámara Baja se dio tras más de 24 horas de debates y presiones internas, especialmente sobre el polémico impuesto a las remesas enviadas por migrantes, que afectaría particularmente a la comunidad mexicana en EE.UU.
Desde Palacio Nacional, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que la aprobación del plan fue tema central en una llamada sostenida esa misma mañana con el presidente Trump, lo que provocó un retraso en su conferencia de prensa diaria.
🚨APRUEBAN impuesto del 3.5% a remesas en EE.UU… ¿apoco es buena noticia?
— Luis Alberto Medina (@elalbertomedina) May 22, 2025
Con un voto de diferencia, republicanos aprobaron en la Cámara de Representantes el plan fiscal de #Trump que incluye impuestos a las remesas: ya no serían de 5%, sino de 3.5%….
Y el embajador de… pic.twitter.com/YXzLIBMafy
“Hablamos temprano con el presidente Trump. Seguimos negociando temas comerciales, con buena comunicación”, declaró Sheinbaum. Aunque la mandataria mexicana celebró que el gravamen se redujera al 3.5%, enfatizó que la postura del gobierno mexicano sigue siendo clara: “no queremos que haya gravamen alguno sobre las remesas”.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, viajará próximamente a Washington para reunirse con autoridades estadounidenses y continuar las gestiones diplomáticas en torno a este y otros temas comerciales, confirmó la presidenta.
El impuesto a las remesas provocó divisiones al interior del Partido Republicano. Los miembros del ala más conservadora, agrupados en el Freedom Caucus, mostraron inicialmente resistencia al plan por considerarlo inflacionario y perjudicial para el equilibrio fiscal. No obstante, tras intensas negociaciones con la Casa Blanca, varios de ellos accedieron a respaldar la iniciativa tras recibir promesas de ajustes.
El plan fiscal incluye, entre otros puntos, exenciones fiscales para propinas y horas extras, deducciones por compra de autos hechos en EE.UU., financiamiento para proyectos de seguridad como el Golden Dome, y la creación de las llamadas “cuentas de ahorro TRUMP” para recién nacidos.