Opinión Por: Alejandro Pérez Corzo
Duelo de Secretarios de Organización en Durango
En las elecciones municipales de Durango se enfrentaron dos figuras que, más allá de sus nombres, representan modelos políticos profundamente distintos. De un lado, Andrés Manuel López Beltrán, secretario de organización de Morena, que llegó con un respaldo abrumador: más de cien diputados federales, decenas de senadores y una estructura movilizada desde la capital. Del otro, Sofía Castro Guerrero, secretaria de organización de Movimiento Ciudadano, sin nombre heredado, pero con estrategia, disciplina y un método probado en tierra.
En Durango capital, Movimiento Ciudadano se colocó como el partido más votado, con Pancho Franco como candidato, superando en lo individual tanto a Morena como a los partidos de la alianza. Solo fue rebasado por la suma total del bloque PRI‑PAN‑PRD. En Gómez Palacio, con Omar Castañeda al frente, MC irrumpió con fuerza y se consolidó como segunda fuerza, desplazando a los partidos tradicionales y acortando de forma significativa la distancia con Morena, que retuvo la plaza, pero ya sin margen cómodo.
El resultado fue más amplio de lo que se refleja en el mapa municipal. Movimiento Ciudadano triplicó el número de alcaldías que gobernaba. Morena, en contraste, retrocedió. Pero más allá de los números, lo que se evidenció fue la diferencia entre una operación basada en el apellido y otra basada en el territorio.
Mientras López Beltrán apostó por la presión institucional, la presencia mediática y el empuje vertical del aparato, Sofía Castro se mantuvo al margen del reflector, cuidando los trazos finos de una estrategia silenciosa pero eficaz. Su papel no fue el de figurar, sino el de hacer que las cosas pasaran: diseñar las rutas, ordenar el despliegue, asegurar que cada esfuerzo tuviera retorno.
Sofía forma parte del equipo más cercano de Máynez, y encarna lo que distingue hoy al proyecto naranja: operadores formados en la batalla territorial, sin escudos heredados ni discursos vacíos. Movimiento Ciudadano no solo ganó terreno: confirmó que su estructura no depende del centro, sino que se construye desde abajo y con quienes saben estar donde se necesita.
Durango confirmó que no basta con movilizar poder si no hay claridad de propósito. Mientras algunos recurren a la herencia como principal activo, otros empiezan a construir un camino propio con base en resultados. Sofía Castro no necesita presentarse. Su trabajo habla por ella.
Y por cierto, como bien dijo en días pasados Jorge Álvarez Máynez en el Consejo Nacional de Movimiento Ciudadano al reconocer públicamente el trabajo de su secretaria de organización, a la ganadora de ese duelo digno de un western, no le molesta que le digan Sofi.
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