Ayer por la mañana, a las 07:30 hora del centro de México, despegó desde la base de Fort Sumner en Nuevo México la misión EMIDSS-7 (Experimental Module for the Iterative Design for Satellite Subsystems, versión 7), en colaboración entre el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la NASA y diversas instituciones académicas y científicas.
El módulo suborbital, hospedado en la plataforma Salter Test Flight STF#752N, ascendió hasta unos 37.24 kilómetros de altitud, según los primeros reportes. Su carga útil, con un peso aproximado de 780 kilogramos, incluye dos satélites tipo CubeSat (“TEPEU-1”) para registrar variables ambientales (temperatura interna, presión, humedad, radiación UV, campo magnético terrestre) y captar imágenes desde dentro y fuera del módulo.
Una microalga como posible alimento del futuro
La novedad más destacada de esta misión es la participación de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería del IPN, campus Zacatecas (UPIIZ), con el proyecto “Tecuitlatl”: un mini fotobiorreactor o miniFBR diseñado para evaluar el cultivo de la microalga espirulina en condiciones cercanas al espacio.
El nombre Tecuitlatl proviene del náhuatl y significa “alimento de los dioses”, un nombre que simboliza las cuatro funciones clave de esta microalga: producir oxígeno, consumir dióxido de carbono, reciclar nutrientes y generar biomasa comestible, características esenciales para sistemas bioregenerativos en misiones espaciales de larga duración.
Se puso a prueba un sistema mecatrónico desarrollado por investigadores y estudiantes que incluye sensores ambientales, control térmico, iluminación y registro de datos en tiempo real, capaz de mantener vivas las microalgas en condiciones extremas (hasta −80 °C y elevadas radiaciones).

Una colaboración interdisciplinaria mexicana
Además del IPN (incluyendo sus Unidades Profesional Interdisciplinarias Zacatecas, Hidalgo, UPIITA, Esime Zacatenco, CECyT 19 “Leona Vicario”, Cicata Altamira), la misión cuenta con la participación del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de la UNAM, el ITESO de Jalisco y el respaldo de la Agencia Espacial Mexicana (AEM).
La operación forma parte de la campaña de otoño FY25-FTS del Programa de Globos Científicos (CSBF) de la NASA, una iniciativa que permite a instituciones académicas realizar experimentos suborbitales en la estratósfera.
¿Por qué debería importarnos esta misión?
- Innovación biotecnológica mexicana: el desarrollo del miniFBR representa un avance en sistemas de soporte vital biológicos, con aplicaciones potenciales tanto en estaciones espaciales como en bases lunares o misiones a Marte.
- Formación de talento: estudiantes e investigadores de diversas unidades del IPN participaron activamente en diseño, construcción y monitoreo del experimento.
- Visibilidad internacional: esta colaboración posiciona al IPN y a México dentro del mapa global de investigación aeroespacial, gracias a alianzas con NASA, UNAM, ITESO y AEM.
- Sostenibilidad en misiones espaciales: la espirulina, como superalimento, podría convertirse en un componente clave para la nutrición y regeneración ambiental en entornos cerrados fuera de la Tierra.

En resumen
La misión EMIDSS-7 marca un hito para el IPN: no solo por validar instrumentación satelital, sino también por llevar a la estratósfera un sistema biotecnológico completo capaz de cultivar espirulina bajo condiciones hostiles. Esta experiencia abre el camino para futuras misiones autónomas mexicanas en exploración espacial, con enfoques innovadores y sostenibles.