La ceremonia del Premio de la Juventud en el Congreso capitalino se convirtió este martes en un momento incómodo —y revelador— para los legisladores presentes. Ana Karen Sotero Salazar, de 23 años, subió al estrado para recibir el galardón, pero en lugar de limitarse a los agradecimientos protocolarios, aprovechó para lanzar un mensaje que pocos en el pleno parecieron dispuestos a escuchar.
Con voz firme, la joven reclamó que el trabajo legislativo ha sido insuficiente para garantizar a las juventudes mexicanas empleos dignos, acceso real a la salud y una educación de calidad. “No hay resultados contra el narcotráfico, lo que sigue llevando a muchos al crimen organizado”, denunció, aludiendo a la violencia que ha marcado a su propia comunidad y a la ausencia de apoyo por parte de las autoridades.
Pero el momento más tenso llegó cuando, en medio de su intervención, notó que varios diputados conversaban, se tomaban fotos o negociaban asuntos ajenos a su discurso. “Me parece una falta de respeto que cuando estamos aquí, incluso recibiendo el premio, no nos hagan caso. ¿¡Qué clase de actitud es esta!?” increpó, arrancando reacciones divididas entre el público.
El episodio, difundido rápidamente en redes sociales, ha encendido el debate sobre la desconexión entre representantes y ciudadanos. Para algunos, el reclamo de Sotero Salazar resume la frustración de una generación que exige ser escuchada; para otros, evidencia el desdén con que el poder político suele tratar a sus propias ceremonias cívicas.
Mientras tanto, la joven galardonada se ha ganado otro tipo de premio: el reconocimiento de cientos de internautas y ciudadanas y ciudadanos que aplauden que haya utilizado su momento en el micrófono para decir lo que muchos piensan y pocos se atreven a pronunciar frente a los responsables.
