En una iniciativa que busca dar voz institucional y visibilidad oficial al rock mexicano, en el Congreso de la Ciudad de México se presentó una propuesta para que cada 11 de septiembre sea declarado “Día del Rock and Roll Mexicano”.
La diputada Elizabeth Mateos aseguró que la medida pretende integrar al rock dentro de las políticas públicas culturales de manera formal, reconociendo su peso en la transformación social, la configuración de identidades juveniles y su aporte artístico histórico.
Mateos rememoró el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro —celebrado los días 11 y 12 de septiembre de 1971 en Valle de Bravo, Estado de México— como punto focal: más de 200 mil jóvenes reunidos en torno a la música, la libertad, y la expresión cultural, un evento que sigue siendo símbolo de apertura, expresión, y también de censura activa.


Aunque en ese entonces las autoridades reaccionaron restringiendo o clausurando espacios para artistas y jóvenes, Mateos argumenta que reconocer institucionalmente el género hoy implicaría reparar parte de ese olvido: dignificar la historia del rock mexicano, tanto en sus versiones clásicas como en sus manifestaciones contemporáneas.
El antecedente existe: el Estado de México ya declaró oficialmente el 11 de septiembre como Día del Rock en su territorio. Esa declaración, dice la diputada, “motiva” llevar la figura al ámbito de la Ciudad de México, con la idea de que el rock no tenga fronteras.


Durante la presentación de la iniciativa, también estuvieron presentes figuras emblemáticas del rock mexicano como Alex Lora, Chela Lora, Kenny Avilés (de Kenny y Los Eléctricos), miembros de agrupaciones como Los de Abajo, La Castañeda, Las Víctimas del Doctor Cerebro, periodistas especializados y gestores culturales.
Reconocimiento simbólico vs. políticas efectivas
Declarar un día conmemorativo puede ser visto como una victoria simbólica importante para los seguidores del rock y los artistas del género, pues permite una visibilidad oficial, genera espacios de memoria y reivindicación. Pero el reto mayor es que esto no quede en un gesto: ¿vendrán apoyos para infraestructura, promoción cultural, espacios de difusión, educación musical? Esa es la prueba de fuego.
Avándaro sigue siendo un hito en la historia cultural de México, no sólo por la música sino por su dimensión política: juventud, censura, contracultura. Esta iniciativa se inserta en un momento donde hay un interés mayor por recuperar y poner en valor momentos críticos de la memoria nacional que fueron marginados o censurados. Es parte de una estrategia más amplia de resignificación de identidades locales.
Reconocer el rock como patrimonio vivo, parte del tejido urbano, identitario, es un modo de articular discursos de inclusión, pero también de construir proximidad con sectores jóvenes, con movimientos culturales independientes, quienes muchas veces se han sentido fuera del apoyo formal.

Desafíos operativos y locales
En la Ciudad de México, donde conviven una enorme diversidad artística, musicales independientes, foros culturales pequeños, colectivos, existe ya una escena fuerte. Que esta declaratoria se transforme en políticas reales implicará coordinación con instituciones culturales locales, apoyo técnico, espacios, costos, difusión. También implicará deliberaciones sobre qué tipo de rock se visibiliza, ganancias de espacios, protección de derechos de autor, etc.
La iniciativa de declarar el 11 de septiembre como Día del Rock and Roll Mexicano en la CDMX propone restituir simbólicamente al rock mexicano como parte del patrimonio vivo y la historia cultural del país. Es una propuesta significativa, en la que convergen memoria, identidad juvenil y política cultural. Sin embargo, su impacto real dependerá de si se acompaña de acciones concretas: financiamiento, espacios, formación, y sobre todo voluntad política sostenida.
La sesión en el Congreso de la CDMX puedes verla aquí (a partir del min. 27):