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¿Qué es el “bloque negro”?

Este 2 de octubre de 2025 en la Ciudad de México reapareció, como en ocasiones anteriores, la figura del llamado “bloque negro”: un colectivo con identidad difusa que, más que una organización formal, es una táctica de protesta. Aquí te explicamos qué es el bloque negro
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En la cobertura pública de la conmemoración del 2 de octubre de 2025 en la Ciudad de México reapareció, como en ocasiones anteriores, la figura del llamado “bloque negro”: un colectivo con identidad difusa que, más que una organización formal, es una táctica de protesta. El término —también conocido por su denominación en inglés, black bloc— describe a grupos de manifestantes que visten de negro, usan capuchas y cubren sus rostros para mantener el anonimato y así dificultar su identificación por autoridades y cámaras. Esa táctica tiene raíces documentadas en las movilizaciones autonomistas y antinucleares de Alemania en los años ochenta y saltó a la atención global durante las protestas antiglobalización finales del siglo XX, como las de Seattle en 1999.

Origen y primeros usos: Alemania y la autonomía de los años 80
Los estudios de movimientos sociales sitúan el surgimiento del black bloc en el contexto de la escena autónoma alemana a finales de los 1970s y principios de los 1980s. La táctica nació como una respuesta práctica a la creciente represión policial —sobre todo en protestas contra la energía nuclear, desalojos y el movimiento de okupas— y buscaba, además del anonimato, facilidades de protección (casco, gafas, ropa homogénea) para resistir cargas policiales. Investigaciones comparativas sobre violencia y protesta muestran cómo aquellas prácticas alemanas se convirtieron en un repertorio de acción que luego se difundió transnacionalmente.

Acción, más que estatutos o liderazgos

La explicación teórica ayuda a entender por qué en México —y específicamente en la marcha del pasado 2 de octubre— los medios y las autoridades hablan de “bloque negro” como referencia a una modalidad de acción más que como a un grupo con estatutos, líderes o una membresía identificable. Reportes periodísticos y fuentes institucionales coinciden en que no existe una estructura registrada ni un mando único: quienes integran esos bloqueos suelen ser colectivos de afinidad, activistas anarquistas o anticapitalistas, jóvenes encapuchados y, en ocasiones, personas que se suman puntualmente a tácticas de confrontación; la composición exacta varía por ciudad y ocasión y suele mantenerse deliberadamente opaca.

En términos de prácticas, el bloque negro se asocia con acciones de acción directa: confrontación con la policía, pintas, quiebre de vidrios, incendios de mobiliario urbano y ataques a símbolos del comercio o del poder económico. Sus defensores señalan que la táctica busca proteger la identidad colectiva frente a la represión y que la violencia física contra personas no forma parte del principio —según ellos—; sus críticos y las autoridades subrayan que, en la práctica, esas intervenciones derivan en daños a comercios, agresiones a transeúntes y obstrucción de marchas pacíficas. Esa tensión entre reivindicación política y criminalización es recurrente en el debate público.

2 de octubre

Lo sucedido en la marcha del 2 de octubre de 2025 sirve como ejemplo de esas dinámicas. La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC) informó que la movilización reunió a alrededor de 10 mil personas y que, como consecuencia de enfrentamientos y actos catalogados por la autoridad como “vandalismo”, 94 elementos policiales y 29 civiles requirieron atención médica; además, la SSC reportó al menos una detención por robo y denunció saqueos en comercios del primer cuadro. Varias crónicas fotográficas y televisivas mostraron a grupos, la autoridad contó alrededor de 350 personas, encapuchados interveniendo en puntos concretos del recorrido —sobre todo al llegar al Zócalo— con pintas, rompimiento de vidrios y enfrentamientos con policías.

Desde la perspectiva investigativa, hay tres elementos que conviene enfatizar ante la repetida recurrencia del término en notas y comunicados oficiales: primero, identificar a las personas que integran un bloque negro es complejo por diseño —el anonimato es una parte deliberada de la táctica—, lo que dificulta atribuciones individuales y la reconstrucción fehaciente de responsabilidades penales más allá de detenciones en flagrancia. Segundo, las fuentes abiertas (medios, videos en redes, comunicados oficiales) permiten documentar hechos materiales —quema, saqueo, enfrentamiento— pero no siempre aportan pruebas sobre mandos, financiamiento o instrucciones que prueben la existencia de una organización estable detrás de esos actos. Tercero, la repetición de la misma etiqueta en diferentes contextos puede homogenizar fenómenos diversos: a veces se trata de grupos afines que actúan de forma concertada; otras, de contingentes mixtos o de provocadores que se infiltran en movilizaciones amplias.

Ausencia de estructura formal

En el terreno de las responsabilidades y la investigación, la prueba documental y audiovisual que circula en redes y en las hemerotecas sirve como punto de partida para las carpetas de investigación, pero la ausencia de estructura formal dificulta las imputaciones más allá de los casos de flagrancia. Las autoridades han reiterado la necesidad de identificar a los responsables de saqueos y agresiones, mientras que organizaciones civiles y periodistas han denunciado agresiones a la prensa y a observadores en la zona, lo que añade una preocupación adicional sobre el respeto al trabajo informativo en movilizaciones.

En síntesis: el “bloque negro” es mejor entendido —según la literatura y la práctica— como una táctica colectiva de anonimato y confrontación con antecedentes europeos de las décadas de 1980–1990 y una visibilidad global reforzada desde finales de los 90; no existe evidencia pública y verificable de que sea una organización formal con líderes reconocidos. En la marcha del 2 de octubre de 2025 actuó —según informes oficiales y registros periodísticos— un contingente encapuchado que empleó esa táctica y que se vio implicado en daños materiales, enfrentamientos con la policía y saqueos en puntos del centro histórico; las autoridades reportaron decenas de policías atendidos y al menos una detención por robo. La clave para cualquier conclusión más profunda es la verificación de pruebas en carpetas de investigación y la trazabilidad de imágenes y testimonios, algo que en los próximos días —si las fiscalías lo permiten— podría arrojar más claridad sobre responsabilidades individuales sin perder de vista la naturaleza descentralizada de la táctica.

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