En una investigación publicada recientemente en The New York Times, las periodistas Natalie Kitroeff y Paulina Villegas dieron a conocer una nueva estrategia del Cártel de Sinaloa: reclutar estudiantes de Química para trabajar en sus laboratorios clandestinos de fentanilo. Según el reportaje, esta operación tiene como objetivo aumentar la pureza del opioide y reducir la dependencia de los precursores químicos importados desde Asia.
La investigación señala que esta táctica comenzó a implementarse a raíz de la pandemia por Covid-19, cuando las restricciones en China, junto con la interrupción de vuelos y operaciones marítimas, dificultaron la importación de los productos necesarios para la fabricación de drogas sintéticas.
Ante este panorama, los líderes del cártel han dirigido su atención hacia personas con formación académica especializada, como estudiantes de Química, que puedan manejar las sustancias con precisión y aumentar la calidad de las drogas producidas.

Uno de los objetivos más ambiciosos del Cártel de Sinaloa es lograr la capacidad de sintetizar por completo los compuestos químicos necesarios para producir fentanilo. En caso de conseguirlo, el cártel reduciría significativamente el riesgo y los costos asociados con la importación de precursores desde el extranjero, además de contar con la materia prima a su disposición para producir la droga a gran escala.
La investigación revela que los reclutadores del cártel han comenzado a monitorear el desempeño académico de los estudiantes de Química, observando no solo sus calificaciones, sino también su entorno social para identificar a aquellos que podrían ser susceptibles a involucrarse en actividades ilegales. Un profesor de Química de una universidad en Sinaloa confirmó que, en varios casos, estudiantes se inscriben en determinadas materias exclusivamente para adquirir los conocimientos necesarios para fabricar drogas sintéticas.
Un ejemplo de esto es el testimonio de un joven estudiante, quien relató que un reclutador, haciéndose pasar por conserje de la universidad, le ofreció una oferta económica irresistible: “Eres bueno en lo que haces. Tú decides si estás interesado”.
A pesar de los riesgos inherentes al trabajo en un narcolaboratorio, la propuesta económica que recibían los estudiantes era considerablemente más atractiva que cualquier trabajo legal.
— En3y2 (@En3y2_) December 2, 2024
Del aula al laboratorio del crimen: estudiantes de química en la mira del Cártel de Sinaloa
The New York Times reveló un preocupante giro en el tráfico de fentanilo: estudiantes universitarios de química están siendo reclutados por el Cártel de Sinaloa para fabricar esta… pic.twitter.com/JPfPU3Gg79
El testimonio de uno de los estudiantes entrevistados, cuya identidad se mantiene en anonimato, revela la desesperación detrás de estas decisiones. El joven, quien cursaba su segundo año de universidad, aceptó la oferta después de que el cártel le ofreciera un pago adelantado de 800 dólares (aproximadamente 16 mil pesos mexicanos), además de un sueldo mensual de la misma cantidad. La razón detrás de su decisión fue la grave situación económica de su familia, que no podía costear el tratamiento para el cáncer de su padre.
Otro caso mencionado en la investigación es el de una joven estudiante que también aceptó trabajar para el Cártel de Sinaloa después de recibir una oferta de mil dólares (unos 20 mil pesos) como bono de ingreso. La joven, quien necesitaba apoyar a su madre trabajadora y sostener a sus cinco hermanos, accedió a convertirse en ‘cocinera’ de fentanilo, a pesar de los peligros que ello implicaba.
La investigación de The New York Times pone de manifiesto cómo el crimen organizado se adapta a las circunstancias y explota la vulnerabilidad de los jóvenes en un contexto de crisis económica. La creciente implicación de estudiantes en la producción de fentanilo es una alarma sobre los riesgos de la falta de oportunidades y la desesperación de muchos jóvenes, que ven en el narcotráfico una salida ante las dificultades financieras.