Cada año, esta fecha nos invita a mirar el mundo desde una perspectiva distinta: la de las personas zurdas. En un entorno predominantemente diseñado para diestros, el Día Internacional de la Zurdera busca visibilizar a una minoría creativa que, aunque representa entre el 8 % y 13 % de la población mundial, ha dejado una huella profunda en la historia, la ciencia, el arte y la cultura.
En México, datos de la Secretaría de Salud estiman que cerca de 14 millones de personas son zurdas, es decir, aproximadamente 1 de cada 7 mexicanos. A pesar de esta cifra significativa, su día a día sigue implicando desafíos que pasan desapercibidos para la mayoría.
Vivir en un mundo para diestros
Desde utensilios de cocina y herramientas escolares, hasta pupitres y objetos de oficina, la mayoría de los productos están pensados para quienes usan la mano derecha. Para los zurdos, esto significa adaptación constante, incomodidad y, en muchos casos, mayores costos: los pocos objetos disponibles para zurdos pueden llegar a costar hasta un 40 % más que los convencionales.
Aún persiste, además, una forma sutil de discriminación. No es raro escuchar testimonios de personas zurdas que, durante la infancia, fueron presionadas por maestros o familiares para escribir con la derecha. Aunque estas prácticas han disminuido, siguen ocurriendo en ciertos entornos, revelando la necesidad de una educación más empática e inclusiva.
👈✍️ ¡Feliz #DíaDelZurdo! Hoy celebramos a quienes piensan, crean y escriben desde el lado izquierdo del corazón. En el IPN reconocemos la diversidad como una fuerza que enriquece, porque ser zurdo no es una diferencia, ¡es una forma única de ver el mundo! #Huélum pic.twitter.com/N2NOPgDdzt
— IPN (@IPN_MX) August 13, 2025
Por eso, este día también es una oportunidad para que escuelas, oficinas y espacios públicos reflexionen sobre la importancia de diseñar entornos verdaderamente inclusivos, donde las diferencias no sean un obstáculo, sino una fuente de valor.
Este 13 de agosto, el llamado es claro: reconocer, adaptar y celebrar. Porque la mano con la que escribimos, pintamos, saludamos o trabajamos no debería ser motivo de limitaciones, sino una expresión más de quiénes somos.