Opinión Por: David Olivo
Futuras generaciones y violencia
La violencia sigue siendo la asignatura pendiente de todos los gobiernos, sin excepción. Esta semana se siguieron registrando homicidios que conmocionan a nuestra sociedad cansada de los profundos problemas sistémicos que, por desgracia, cobran vidas. Esto no solo nos arrancan la tranquilidad a nosotros, sino que puede arrancársela a las futuras generaciones de una forma más voraz si no se detiene con los mecanismos institucionales necesarios y el rigor de la ley.
El pasado mes de junio fue el más violento de lo que va del 2024, ya que se registraron 2,673 homicidios, un incremento interanual de 5.07%, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
De igual forma, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en su último informe de incidencia delictiva del 9 de julio, reveló que a junio de este año se han cometido 12,854 homicidios dolosos.
Estos datos son graves por sí mismos, pero cobran más relevancia al preguntarse quiénes son las víctimas: los jóvenes. Los homicidios fueron la primera causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 44 años de edad en México durante 2022, de acuerdo con el reporte de Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De los tres grupos de edad que comprende dicho rango (incluidos hombres y mujeres), el grupo de edad que concentró el mayor número de homicidios fue el de 25 a 34 años, con un total de 9 mil 495 muertes, es decir, el 69.5% de los homicidios totales. En total, los asesinatos de todos los rangos sumaron 23 mil 150 víctimas.
Resulta realmente lamentable que las futuras generaciones de México no solamente se enfrenten a los daños directos e indirectos de la delincuencia, sino que muchos de ellos, ante la falta de oportunidades laborales y educativas de nuestro país, tengan que involucrarse en actividades ilícitas para poder comer y sobrevivir. Los asentamientos precarios, las altas tasas de desempleo, los bajos ingresos y las escasas oportunidades de ser escuchados por las autoridades contrastan con una narcocultura alimentada por el consumismo, la circulación de mercancías ilegales, armas, drogas y estilos de vida incosteables promovidos por influencers. Las personas jóvenes de los barrios concentran probabilidades menores de abrirse paso en el mundo y, por desgracia, son reclutados y asesinados por el mismo crimen organizado.
Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el 49.6% de los niños, niños y adolescentes viven en situación de pobreza, de los cuales 3.7 millones se encuentran en pobreza extrema. Y a la precariedad económica sumémosle el abuso parental y la violencia en casa que influye para que el narco seduzca a jóvenes y adolescentes, que ante el sinsentido y la amarga vida familiar consideren mejor el vivir corta e intensamente por causas rápidas que ofrecen dinero, poder y armas.
Según datos del Observatorio Nacional Ciudadano, 4 millones de niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 17 años se encuentran en situación de vulnerabilidad de reclutadas por grupos criminales. Las profundas desigualdades sociales se están acentuando hasta un punto de difícil retorno, pero no significa que debamos darnos por vencidos, sino continuar estudiando y accionando ante la complejidad del tema y proteger a las futuras generaciones que merecen vivir y gozar a plenitud sus derechos.
Este es el legado de violencia que la 4T tampoco pudo erradicar y que, por al contrario, pareció nutrirse de la impunidad. Ya es bien sabido que esta administración le apostó a un trato blando y no a una estrategia inteligente, o bien, confrontativa con los grupos criminales.
Pero también, con base a los resultados electorales, vemos que llega la oportunidad para los movimientos políticos innovadores de demostrar que se puede combatir y prevenir el exceso, la corrupción e ilegalidad con alternativas basadas en la ciencia y los diseños de estudiados por las y los expertos en seguridad pública de México y el mundo.
De este tamaño es el reto que viene para los próximos años. Espero que las próximas generaciones sean lo suficientemente críticas y que exijan buenos resultados a sus gobiernos en materia de seguridad pública, ya que, al final de cuentas, se reflejará en lo más valioso que tenemos, que es la vida misma.
* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Enboga.