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Grave impacto del derrame de hidrocarburos en el río Río Pantepec, Veracruz

La situación cobra relevancia no sólo por la magnitud de la contingencia, sino también por el riesgo que representa para un corredor biológico de alta biodiversidad que el río atraviesa desde la Sierra Norte de Puebla hasta la llanura costera veracruzana.
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Un episodio ambiental crítico se desarrolla en el norte de Veracruz luego de que la Secretaría de Marina (Semar) anunciara la activación de un plan de contingencia ante el derrame de hidrocarburos en el tramo del río Pantepec, perteneciente al municipio de Citlaltépetl, aproximadamente 50 kilómetros al sur del puerto de Tuxpan. La situación cobra relevancia no sólo por la magnitud de la contingencia, sino también por el riesgo que representa para un corredor biológico de alta biodiversidad que el río atraviesa desde la Sierra Norte de Puebla hasta la llanura costera veracruzana.

Según lo reportado, la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex) informó que ya reparó el ducto dañado tras las lluvias extraordinarias que provocaron la pérdida de contención en un tramo de aproximadamente ocho kilómetros en la región. En coordinación con las autoridades, se desplegaron más de 300 elementos, equipo marítimo y aéreo, drones, barreras oleofílicas y otros instrumentos de contención tanto en puerto como en alta mar.

Las labores de contención iniciaron en la zona de El Higueral, con vuelos de reconocimiento para evaluar la dispersión del hidrocarburo y la instalación de barreras especiales para evitar que el vertido avance hacia municipios como Álamo Álamo Temapache y Tuxpan, considerados de alto riesgo ante la propagación del contaminante. El llamado a la población fue claro: evitar el contacto con las zonas contaminadas, ya que la exposición al hidrocarburo conlleva riesgos a la salud y al ambiente.

El escenario ecológico que se ve amenazado es particularmente delicado. El río Pantepec funciona como corredor para especies que habitan en cuencas que transitan desde selvas húmedas hasta ecosistemas costeros. En sus aguas se documentan la presencia de la nutria de río, el tlacuache acuático, garzas, patos, así como una profusa variedad de peces e invertebrados. En las riberas también existen mamíferos, anfibios, reptiles y aves que dependen tanto del cauce como de los bosques nubosos que lo rodean. El riesgo, por tanto, no es meramente local sino que involucra una cadena ecológica compleja y frágil.

Así, el derrame plantea al menos tres niveles de desafío: el primero, técnico-operativo, relativo a contener y recuperar el hidrocarburo; el segundo, ecológico, por el posible daño irreversible a especies y hábitats sensibles; y el tercero, social, por el impacto que puede tener en comunidades humanas que viven de recursos naturales, agua y pesca en la zona afectada.

Aunque Pemex sostiene que la reparación del ducto ya fue “segura” y que los protocolos han sido activados de inmediato, el verdadero reto será la remediación a mediano y largo plazo de las riberas, la restauración de ecosistemas degradados y la vigilancia para evitar que este tipo de incidentes se repitan. En ese sentido, la transparencia respecto al volumen derramado, los responsables precisos, los tiempos de recuperación y los criterios de evaluación ambiental resulta clave para recuperar la confianza de la ciudadanía.

En un contexto político y de gobernanza más amplio, este incidente vuelve a poner en relieve la vulnerabilidad de los sistemas de transporte y distribución de hidrocarburos en zonas de alta pluviometría como la región norte de Veracruz, la coordinación entre niveles de gobierno y la eficacia de los mecanismos de respuesta ante contingencias ambientales. La capacidad para articular adecuadamente a la Semar, Pemex, autoridades estatales y municipales podría determinar no sólo la magnitud del daño, sino también la posibilidad de que este episodio se convierta en un precedente hacia políticas más exigentes de prevención, no sólo reacción.

Mientras tanto, los monitoreos, la contención, la limpieza de las riberas y la protección de las especies en riesgo requieren un seguimiento cercano y riguroso. El tiempo será el factor que muestre cuán severo fue este golpe al ecosistema y cuáles serán las lecciones estructurales que de él deriven.

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