Un tribunal de Moscú condenó a prisión a cinco integrantes del colectivo artístico y banda de punk Pussy Riot, con sentencias que van de los ocho a los trece años. El veredicto fue emitido en rebeldía, ya que las artistas no se encuentran en territorio ruso, y se sustentó en acusaciones por la supuesta difusión de información falsa sobre el ejército. La base del proceso judicial fue un video musical lanzado en 2022 bajo el título Mama, Don’t Watch TV y un acto de protesta realizado en Alemania en 2024, en el que una de las integrantes orinó sobre una fotografía del presidente Vladimir Putin.

El grupo, conocido internacionalmente por su confrontación con el Kremlin y por el uso del arte como vehículo de protesta política, reaccionó a la sentencia a través de un comunicado difundido en sus redes sociales. En él acusaron al gobierno ruso de encarnar un “ejemplo de libro de texto del patriarcado”, al que describieron como “el peor tipo de abusador: un tirano, un narcisista, un encendedor de gas, un manipulador tóxico que vive de la destrucción de la voluntad de los demás”.
Las Pussy Riot aprovecharon la ocasión para reiterar su llamado a la resistencia global contra lo que consideran una crisis de la democracia, subrayando que el activismo no debe recaer únicamente en figuras visibles. “Deseo sincera y apasionadamente que cada persona en este mundo use su voz. Los activistas no son algún tipo de ‘héroes’ con casos penales. Cada persona importa. El colectivo importa. El activismo ahora es necesario como práctica diaria, porque sólo juntos podemos resistir y superar la crisis de la democracia”, señalaron.

El comunicado cerró con un mensaje desafiante hacia las autoridades rusas: “Afortunadamente, no tienen acceso a mi cuerpo físico, y aunque estuviera en Rusia diría lo mismo: vete a la mierda”.
La sentencia contra Pussy Riot es el episodio más reciente de una larga confrontación entre el régimen de Putin y el colectivo, que desde hace más de una década se ha convertido en un símbolo de la disidencia política y artística en Rusia, con acciones que han traspasado fronteras y encendido el debate internacional sobre los límites de la libertad de expresión y el autoritarismo.