El proyecto emblemático del sureste, el Tren Maya, acumuló pérdidas por 2,020 millones de pesos en el primer semestre del año, aun cuando recibió 1,331 millones mediante subsidios y transferencias del gobierno federal. Sus ingresos propios, derivados principalmente de boletos y venta de souvenirs, apenas alcanzaron a cubrir el 9.6 % de sus costos operativos.
Los estados financieros, administrados por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), revelan que:
- Ingresos propios: 731,336,000 pesos.
- Gastos operativos: 7,605 millones de pesos.
- Gastos cubiertos con ingresos propios: solo 9.6 %
Además, se trata del segundo trimestre consecutivo con resultados negativos. Mientras que el primer trimestre reportó pérdidas de 1,185 millones de pesos —que incluyen enero (-26.8 mdp), febrero (-1,005 mdp) y marzo (-153.9 mdp)—, el segundo trimestre también fue deficitario: 834.455 mdp —abril (-553.9 mdp), mayo (-205.9 mdp) y junio (-74.5 mdp).

Un punto de equilibrio previsto para 2030
El director general del Tren Maya, el general Óscar Lozano Águila, ha enfatizado que estas pérdidas son esperadas en la fase inicial del proyecto. Señaló que el plan contempla alcanzar el punto de equilibrio en 2030, con la expectativa de que la infraestructura y los apoyos estatales comiencen a rendir frutos, es decir, otros cinco años de financiamiento millonario con dinero público.
Incidentes en la vía: descarrilamientos recientes
Las dificultades financieras se agravan por eventos técnicos. El más reciente ocurrió el 19 de agosto de 2025, cuando un vagón del convoy se salió de la vía en la estación Izamal, Yucatán. Aunque no hubo heridos, el incidente generó la instalación de una Comisión Dictaminadora para esclarecer las causas; fue catalogado por los responsables como una “anomalía”.
Este episodio se suma a otros dos descarrilamientos previos: uno en marzo de 2024, cerca de Tixkokob, y otro en enero de 2025, cerca de Limones, Quintana Roo, donde hubo dos personas heridas.
🔴|| De los creadores de:
— Alan Adame (@AlanAdameMX) August 20, 2025
“No fue falta de mantenimiento, sino fueron los pernos”
👉🏼De los creadores de:
“No se desplomó, se deslizó hacia el suelo”
🤦🏻♂️Ahora llega:
“El #TrenMaya no se descarriló, se cambió de posición”#Ineptospic.twitter.com/9Y47S4QhH0
¿Qué significa todo esto para el Tren Maya?
Desde hace tiempo se ha advertido que los primeros años de cualquier infraestructura de gran escala tienen un carácter decisivo: hay sobregastos, costos de operación elevados, problemas logísticos y técnicos, y la necesidad de consolidar rutas de uso eficiente.
No obstante, que en pleno 2025 los ingresos propios cubran menos del 10 % de los gastos y se sigan acumulando pérdidas multimillonarias, obliga a revisar el modelo operativo y financiero. Esto cobra especial importancia en un contexto con tensiones presupuestales, donde el erario debería concentrarse en fortalecer proyectos que ya parecen viables o en reorientar recursos hacia inversiones más productivas.
La seguridad operativa tampoco puede relegarse. Los descarrilamientos recurrentes —aunque sin víctimas mortales hasta ahora— ponen en entredicho la fiabilidad del servicio y podrían derivar en mayores costos de seguros y compensaciones. De hecho, se sabe que el Tren Maya paga elevados montos para asegurar su patrimonio contra riesgos como descarrilamientos, sabotajes y otros, lo que añade presión financiera.
En resumen, el Tren Maya enfrenta un panorama crítico: pérdidas millonarias, ingresos insuficientes para sostener la operación, y fallos estructurales que impactan tanto la confianza como el bolsillo del Estado. La expectativa de ser rentable hasta 2030 podrá sostenerse solo si se corrigen errores operativos y se acelera la integración del tren de carga, elemento vital para complementar la oferta de pasajeros y diversificar ingresos