Violeta Chamorro fue presidenta de Nicaragua de 1990 a 1997

Violeta Barrios de Chamorro, expresidenta de Nicaragua y figura clave en la historia política de América Latina, falleció este sábado a los 95 años en su residencia en Managua, según confirmaron fuentes cercanas a su familia. Su muerte marca el fin de una era para el continente, especialmente en el contexto de las luchas por la democracia en Centroamérica durante el siglo XX.
Chamorro pasará a la historia como la primera mujer en América Latina elegida democráticamente para la presidencia de su país. Su mandato, entre 1990 y 1997, significó el fin de una década de guerra civil en Nicaragua y el inicio de un proceso de pacificación y reconciliación nacional, luego de años de conflicto armado entre el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la llamada “Contra”, financiada por Estados Unidos.
Viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en 1978 por su oposición a la dictadura de Anastasio Somoza, Violeta emergió como una figura moral y política desde su labor en el diario La Prensa, símbolo de la resistencia cívica. En 1990, encabezó la coalición opositora Unión Nacional Opositora (UNO) y, contra todos los pronósticos, derrotó en las urnas al comandante Daniel Ortega, en aquel entonces presidente sandinista. Su victoria marcó un hito regional: fue un caso excepcional de alternancia democrática pacífica en una época marcada por golpes de Estado y gobiernos militares.
Durante su gobierno, Chamorro enfrentó desafíos económicos, sociales y políticos mayúsculos: la desmovilización de los ejércitos en pugna, la reintegración de excombatientes y la reconstrucción institucional. Aunque recibió críticas por su estilo conciliador y su cercanía con sectores conservadores, es ampliamente reconocida por haber evitado un nuevo conflicto civil y haber sentado las bases para un régimen democrático que, con altibajos, se sostuvo hasta el retorno del sandinismo en 2007.
La figura de Chamorro trascendió las fronteras de Nicaragua. Fue reconocida internacionalmente con premios como el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1991, y se convirtió en un símbolo del papel de las mujeres en la política y de la posibilidad de resolver conflictos por vías pacíficas.
Violeta Chamorro deja un legado indeleble en la historia nicaragüense y latinoamericana: el testimonio de que, incluso en contextos de profunda polarización y violencia, es posible abrir caminos de paz a través del voto, la negociación y el compromiso con la institucionalidad. Su funeral será de Estado y se espera que miles de ciudadanos asistan a despedirla.
