El antiguo refrán vaticano que reza “Quien entra al cónclave como papa, lo deja como cardenal” cobra fuerza nuevamente ante la expectativa del próximo cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco. La frase, repetida durante siglos en los pasillos del Vaticano, advierte contra la certeza prematura en un proceso tan cerrado como impredecible. El ejemplo más reciente lo ofrece el cónclave de 2013: el entonces favorito, el cardenal italiano Angelo Scola, fue superado por el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien sería elegido como el primer papa latinoamericano bajo el nombre de Francisco.
A diferencia de procesos anteriores, este cónclave se desarrollará en un escenario profundamente transformado por las reformas del propio Francisco. Durante su pontificado, el papa argentino diversificó el Colegio Cardenalicio, el organismo encargado de elegir al próximo pontífice, otorgando el capelo rojo a obispos de regiones hasta entonces periféricas en la estructura eclesial, como Tonga, Haití y Papúa Nueva Guinea. De este modo, redujo la histórica influencia de los sectores europeos, especialmente italianos, y dotó al cónclave de una composición más representativa de la Iglesia global.
Con esta nueva configuración, los analistas advierten que será más difícil prever los resultados. Muchos de los cardenales con voto en el cónclave no forman parte del núcleo tradicional romano, y su pensamiento, prioridades pastorales y experiencias reflejan realidades eclesiales muy distintas a las de Europa.
The 2025 Conclave: All the cardinal electors from A to Z. Let's pray for them. pic.twitter.com/evOGuKSmGA
— EWTN News (@EWTNews) April 29, 2025
¿Quién puede ser papa?
Aunque teóricamente cualquier hombre bautizado podría ser elegido, en la práctica solo unos pocos cardenales poseen el perfil adecuado para asumir el liderazgo de la Iglesia católica romana, que hoy cuenta con más de 1,300 millones de fieles en todo el mundo. Para ser considerado “papabile”, es decir, con posibilidades reales de ser elegido, se requiere una combinación de cualidades: capacidad de liderazgo, presencia internacional, profundidad teológica, habilidad diplomática y, cada vez más, una imagen moral creíble en medio de las crisis de credibilidad que ha enfrentado la institución.
La edad también influye en las decisiones. Tanto Benedicto XVI como Francisco fueron elegidos siendo mayores, lo que muchos interpretaron como una apuesta por pontificados relativamente breves. Esta tendencia podría repetirse, aunque no se descarta una elección sorpresiva de un papa más joven que marque un cambio de largo aliento.
El legado de Francisco
Más del 70% de los cardenales electores fueron nombrados por Francisco, lo que hace pensar que su influencia estará presente incluso en su ausencia. Sin embargo, la historia demuestra que los cónclaves no siempre eligen a alguien que continúe la línea directa de su predecesor. Así lo prueba la elección del propio Francisco, cuyo perfil contrastaba con el del intelectual alemán Benedicto XVI.
El próximo cónclave, aún sin fecha oficial, será uno de los más importantes del siglo XXI. Más que una elección interna, será una decisión con profundas implicaciones para el rumbo moral, espiritual y político de la Iglesia en el mundo contemporáneo.