La inédita elección de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación realizada el pasado domingo registró un récord histórico de votos nulos, al alcanzar el 10.80% de los sufragios, según cifras preliminares del Instituto Nacional Electoral (INE), con el 78.23% de las actas computadas.
Esta cifra dobla el máximo histórico anterior registrado en elecciones federales, que correspondía a los comicios de 2009, cuando el porcentaje de votos anulados fue de 5.40%. En comparación, las elecciones de diputados federales en 2021 y 2015 tuvieron 3.41% y 3.36% de votos nulos, respectivamente. Incluso en elecciones presidenciales recientes, el nivel de votos anulados fue considerablemente menor: 2.32% en 2024 y 2.73% en 2018.
Además, un 11.82% de los recuadros donde los votantes debían indicar sus elecciones fueron dejados en blanco, lo que revela un alto nivel de dificultad o desinformación en el proceso.
Federico Reyes Heroles y sus invitados analizan cómo la confusión en las boletas y la baja participación marcaron la elección del Poder Judicial. Disponible en @ADN40: https://t.co/j6SgJVZXtB
— ADN Opinión (@ADNOpinion) June 4, 2025
Uno de los factores que pudo haber contribuido a esta situación fue la complejidad del diseño de la elección, según reconoció la consejera electoral Dania Ravel. “Se tiene que pensar primero en la continuidad de estas elecciones… en las boletas, que tuvieron cierto grado de complejidad y fueron muchas candidaturas. Se tiene que pensar en mejorar y que la ciudadanía pueda reconocer a las candidaturas”, declaró.
En el caso de la Ciudad de México, por ejemplo, cada votante recibió nueve boletas: seis para personas juzgadoras del ámbito federal y tres del ámbito local. Entre todas contenían 326 nombres, de los cuales los ciudadanos debían elegir 47.
La consulta popular de 2021, en comparación, registró apenas 0.73% de votos anulados, mostrando una diferencia notable con el nivel de rechazo o desorientación que marcó esta primera elección judicial por vía popular.
Las cifras y reacciones abren un debate urgente sobre el futuro de este tipo de mecanismos democráticos, su viabilidad y la necesidad de rediseñar procesos para asegurar una participación más informada, accesible y efectiva.